top of page
Foto del escritorInés Romero

El cambio climático, una amenaza para los vinos de Requena

Un estudio advierte que el 85 % de las tierras aptas para el cultivo de uvas dejaría de serlo

Una copa de vino tinto de la Denominación de Origen Utiel-Requena durante el amanecer. Inés Romero.

Inés Romero. Requena 27/05/2020

El cambio climático ha afectado negativamente a la viticultura en Requena. Esto es ya una realidad. Las alteraciones en las temperaturas, las escasas precipitaciones y los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos están influyendo en el rendimiento de los cultivos de la comarca. Para que el sector sobreviva a esta amenaza, es necesaria una rápida adaptación que consiga hacer frente a todos los cambios y consecuencias que se están produciendo.


La Denominación de Origen Utiel-Requena se encuentra en la meseta interior de la provincia de Valencia, a 70 kilómetros del mar. Posee un clima mediterráneo con rasgos de continentalidad, debido a sus 750 metros de altitud media. Pero, ¿qué pasaría con la viticultura de esta zona si se produjesen grandes modificaciones en el clima?


Según el estudio liderado por el investigador Ignacio Morales Castilla, si las temperaturas aumentasen hasta los 4 ºC, el 85 % de las tierras aptas para el cultivo de uvas que hay en el mundo dejaría de serlo

El estudio liderado por Ignacio Morales Castilla, investigador de la Universidad de Alcalá, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciencies, ha determinado que si las temperaturas aumentasen hasta llegar a los 2 ºC, las regiones que actualmente son idóneas para la viticultura podrían disminuir hasta un 56 %. Si se llegase a los 4 ºC de calentamiento, el 85 % de las tierras aptas para el cultivo de uvas que hay en el mundo dejaría de serlo. Por lo tanto, las 35 000 hectáreas de viñas, las 6000 familias y las 100 bodegas que viven de la vitivinicultura en la D.O. Utiel-Requena estarían en peligro.

El rendimiento de la vid cae en picado


Jordi Domingo, técnico de la Fundación Global Nature, explica que gracias a Agro Climate Zone Tool, un proyecto europeo cuyo objetivo es evaluar el riesgo ante el cambio climático y la vulnerabilidad de los diferentes cultivos, se han podido conocer las predicciones para la Denominación de Origen Utiel-Requena, debido a que el estudio se basa en cuadrículas concretas de terreno.


La investigación ha demostrado que las elevadas temperaturas están poniendo en riesgo los viñedos de Requena. «Las olas de calor son otro de nuestros peores enemigos. Cuando entre julio y agosto vivimos más de 15 días con temperaturas superiores a 35 ºC, el rendimiento de la vid se reduce hasta un 30 %», afirma Domingo.


Además, el estrés hídrico acumulado de invierno y primavera, es decir, la falta de agua para los momentos clave de la viña, también trae efectos dañinos sobre la cosecha. Los déficits superiores a -500 mm pueden reducir un 30 % la productividad de la vid. Ante esta escasez de precipitaciones, Diego Intrigliolo, ingeniero agrónomo y científico titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS), cuenta algunas de las estrategias que se pueden llevar a cabo para hacer frente a este problema: «Intentamos que los viñedos que estén en regadío dejen un riego más preciso y que cada gota de agua que apliquemos la planta lo aproveche mejor. Para ello, hacemos uso de sensores en la planta o en el suelo. Igualmente, a partir de imágenes derivadas de la teledetección de los drones, ajustamos lo mejor que se pueda el aporte de agua a las necesidad del cultivo».


Pero el cambio climático no solo trae un aumento de la temperatura media en el planeta, pues también provoca heladas tardías. Carlos Barceló, responsable de viña de Pago de Tharsys, relata cómo les ha afectado el cambio climático en la bodega: «Ahora se alarga el ciclo en los meses de invierno, lo que hace que la viña empiece a brotar mucho antes. Además, hemos tenido problemas con las heladas. Por ejemplo, el año pasado tuvimos una muy fuerte el 12 de junio. Pasamos de estar a 30ºC por el día a 1 ºC o 2 ºC por la noche. Esto provoca una presión térmica muy grande para la viña y más en estos meses donde ya está bastante crecida».


No obstante, Jordi Domingo manifiesta que, debido al calentamiento global, existe la posibilidad de que se pierdan los fríos extremos, aunque por el momento no se puede determinar que sea algo totalmente positivo. «Es verdad que esto puede hacer que se reduzcan ciertos riesgos, pero la falta de invierno puede hacer que algunas plagas se comporten de una manera totalmente diferente e inesperada», aclara el técnico de la Fundación Global Nature.

Un viñedo de la localidad de Requena. Inés Romero.

Vinos con mayor grado alcohólico


La Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) ha detectado un aumento general en el contenido de alcohol mucho más rápido en los últimos 50 años y este fenómeno es particularmente notable en la zona mediterránea

De todos estos cambios, se derivan una serie de consecuencias en el sector de la viticultura. El científico Diego Intrigliolo expone que unos verano más cálidos pueden repercutir negativamente sobre la acidez del vino: «Las elevadas temperaturas provocan la desincronización de la madurez fenólica (perfil aromático) y la madurez tecnológica (azúcares en la uva), dando lugar a unos vinos con un grado alcohólico muy elevado». Jordi Domingo reafirma esta idea: «El vino es el equilibrio entre el grado alcohólico, el aroma, la profundidad, etc. En el momento en el que estos componentes están desnivelados, el resultado no es óptimo».


La Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) ha detectado un aumento general en el contenido de alcohol mucho más rápido en los últimos 50 años y se ha comprobado que este fenómeno es notable, sobre todo, en la zona mediterránea. Un vino normal suele estar entre 12º o 13º, pero ahora se comienzan a ver algunos vinos por encima de los 16º.


Debido a este efecto, las bodegas tienen que buscar soluciones al respecto. «No debemos vendimiar ni por grado alcohólico ni por azúcares, sino por la acidez de la uva. También tenemos que evitar tratamientos en bodega innecesarios. Hay que jugar con las maduraciones de la uva y hacerlo todo desde el viñedo, que es donde está realmente la solución», apunta Carlos Barceló.


Suelos cada vez más pobres


Además, todos estos cambios están produciendo una pérdida de materia orgánica que lleva a los viticultores a lidiar con unos suelos peor preparados para aguantar las envestidas derivas de las condiciones meteorológicas. «Los terrenos mediterráneos y, especialmente, el de los viñedos, son bastante pobres en materia orgánica, la cual es muy importante para almacenar grandes cantidades de agua, conseguir una buena circulación de gases y organismos y reducir la sensibilidad a la erosión. Si encima nos enfrentamos a un escenario en el que vamos a tener un ambiente más cálido y seco, es probable que nos encontremos ante parcelas que son destructoras natas de esa materia orgánica», argumenta Domingo.


El investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas Diego Intrigliolo explica una medida efectiva: «Se pueden cubrir los suelos del viñedo con un acolchado orgánico con restos de la paja del arroz, del trigo, de los cereales o, incluso, de la propia madera de poda triturados. Esto va a hacer que disminuya la cantidad de agua que se evapora desde el suelo y conseguir que la cepa disponga de más líquido».

Un viñedo de la localidad de Requena durante el atardecer. Inés Romero.

Mejoras en la producción a cambio de más trabajo en el viñedo



Los viticultores coinciden en que el equilibrio del viñedo se consigue mediante la poda en verde. Esta técnica, también denominada comúnmente en la comarca como «esporga», consiste en eliminar los pámpanos de yemas indeseados con el fin de controlar la vegetación y el correcto desarrollo de la planta. Carlos Barceló recalca los efectos positivos de este sistema: «Si se tiene un viñedo en el que se ha hecho una buena poda para que las uvas tengan más espacio y corra más el aire, los tratamiento se reducirán. Esto conseguirá que la producción vaya mejor y que los efectos del clima afecten bastante menos a la planta».


Sin embargo, el técnico de Fundación Global Nature advierte que la poda en verde supone un gran esfuerzo tanto profesional como económico: «Esto, al fin y al cabo, son gastos de trabajo en el viñedo que solo van a ser soportados si lo que recogemos se transforma en un producto con un valor añadido».

La uva antes de la floración. Inés Romero.

La bobal: una variedad más resistente al cambio climático


La variedad de bobal es la estrella de la Denominación de Origen Utiel-Requena. Esta uva autóctona ocupa el 75 % de la superficie total del viñedo. Pero, ¿qué pasaría si sus cualidades se transformaran?


«Las variedades autóctonas no son campeonas muchas veces en cuanto a rendimiento, pero están muy bien adaptadas a las condiciones del clima y del territorio», afirma Jordi Domingo. «Algunas variedades de ciclo más corto como la tempranillo quizá no se adapten del todo bien, pero la bobal, que es de ciclo más largo, no tendrá efectos tan negativos, sobre todo en las zonas más frescas de la comarca Utiel-Requena, como Sinarcas o Siete Aguas», añade Diego Intrigliolo.


Ambos expertos señalan que este tipo de uva característica del interior de la provincia de Valencia no va a ser de las más perjudicadas por el cambio climático, aunque es necesario que los viticultores se adapten lo máximo posible y sepan sacarle el mayor partido tras los cambios que se produzcan.


La viticultura 3.0


La tecnología está presente en la mayoría de ámbitos y el mercado del vino no se iba a quedar atrás. Este sector está apostando por la transformación digital con el uso de las nuevas tecnologías para mejorar la calidad del producto y luchar contra el cambio climático.


Desde la Denominación de Origen Utiel-Requena ya se están buscando herramientas tecnológicas que den respuestas a los efectos climatológicos. En 2018 se inició ValoraBobal, un proyecto con una duración de aproximadamente 11 años que busca poner en valor las aptitudes enológicas de la bobal. Para ello, el equipo de investigación responsable llevó a cabo una zonificación de la viticultura de la D.O. Utiel.Requena y una selección clonal en la variedad bobal para identificar, catalogar y preservar el viñedo ancestral y mantener la amplia biodiversidad existente. Diego Intrigliolo, investigador de este proyecto, explica cuáles son los objetivos: «A largo plazo estamos trabajando para hacer una selección clonal de la bobal, identificando aquellas plantas de esta variedad que tienen unos caracteres más interesantes para mejorar la calidad del vino y conseguir que se adapten mejor a los efectos del cambio climático».


Intrigliolo asegura que las nuevas tecnologías juegan un papel clave en la viticultura de la comarca y es lo que les va a permitir a los viticultores de Requena apostar por la calidad, la tipicidad y la diferenciación frente a otros modelos. «Es fundamental seguir innovando e investigando para encontrar nuevas variedades, clones de bobal y nuevas técnicas de cultivo que mejoren nuestras uvas», declara el ingeniero agrónomo.


Subvenciones para sobrevivir


Sin embargo, Jordi Domingo piensa que la solución no la tienen exclusivamente los viticultores: «Hay medidas que dependen de otros agentes que no podemos olvidar. Creo que la Política Agrícola Común (PAC) debe empezar a contemplar, de una manera muy seria, acciones concretas que permitan a los productores adaptarse al cambio climático. Esto solo se consigue mediante más subvenciones».


La amenaza del cambio climático sobre los vinos de Requena es una realidad y los efectos adversos cada vez son más evidentes. Por ello, es necesario que investigadores, organismos públicos, bodegueros y viticultores vayan de la mano para mitigar este problema y conseguir que no destruya la viticultura, el motor económico de la localidad de Requena.



GALERÍA FOTOGRÁFICA


Imágenes: Inés Romero

154 visualizaciones0 comentarios

Comments


bottom of page